Los discípulos de Jesús no solo eran un montón de gente creyendo en él, eran una comunidad, es decir eran una familia.
El pueblo de Dios era una familia
que llegarían a ser muy poderosos solo si como familia se ayudaban en conjunto
para tener resultados personales como individuos.
La forma en que vivían los primeros cristianos no era una
forma que ellos se habían fijado. Experimentaron profundamente la gracia y el
perdón de Dios. Por gratitud por la salvación, compartieron y se dieron
mutuamente su vida diaria, su tiempo libre, sus dones y habilidades, la
alegría, el sufrimiento, el dinero y los bienes, todo lo que compone la vida.
En todos los sentidos, querían ayudarse mutuamente. V 45 “y vendían sus propiedades y sus
bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno.”
Dios quería que su pueblo, ahora representado por sus discípulos
se ayudaran mutuamente a tal grado que entre ellos no exista hermanos pobres y
hermanos ricos. Deuteronomio 15: 4 “Entre ustedes no deberá haber pobres, porque el Señor
tu Dios te colmará de bendiciones en la tierra que él mismo te da para que la
poseas como herencia.”
Estos primeros seguidores de Jesús Vivian en un contexto de
persecución, pero nunca dejaban de congregarse y se reunían en casas para
compartir comidas y apoyarse mutuamente. V 46 “Y perseverando unánimes cada día en el templo, y
partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón”
Familia que ora unida y que sirve unida se fortalece, la
fortaleza de la unidad con Cristo y como miembros de la familia es lo que nos
permite triunfar en todo lo que nos propongamos.
Su estilo de vida se basaba en la solidaridad y el amor, lo
que les permitió enfrentar las dificultades con valentía y esperanza.
La unidad familiar se refiere al grupo de personas que viven
juntas y comparten vínculos de parentesco, ya sea por sangre, matrimonio o
convivencia. Este concepto es fundamental en la sociedad, ya que la familia es
la primera institución social donde se desarrollan los valores, la educación y
el apoyo emocional.
La lucha por la unidad familiar implica defender y fortalecer
estos lazos, promoviendo un ambiente saludable y armonioso para todos sus
miembros.
Para luchar por la unidad familiar, es fundamental
implementar estrategias que promuevan la cohesión y el entendimiento. Esto
incluye establecer espacios de comunicación abierta, donde cada miembro pueda
expresar sus sentimientos y preocupaciones sin temor a ser juzgado. Además, es
importante dedicar tiempo de calidad a actividades familiares, como cenas,
juegos o paseos, que fortalezcan los vínculos y creen recuerdos compartidos.
Cada miembro de la familia puede lograr grandes cosas de
manera independiente, pero si se unen podrán conseguir cosas mayores para beneficio
de cada uno.
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